PALABRAS PARA DRAGOSTE
Hablar de mí nunca
ha sido una labor sencilla, muchos dicen que es el epítome de la humildad,
empero yo sospecho que la razón es aún más simplista: existe poco de interés en
mi vida que sea meritorio de compartir.
Un buen amigo, hace
ya mucho tiempo (en realidad sospecho que fue mi álter ego, mucho más práctico
y megalómano que yo), me sugirió hablar de mí mismo en tercera persona:
“colocarse en el papel del espectador siempre ayuda a ensalzar el espíritu”; y
pese a que, a decir verdad, no es una mala idea, creo que se perdería el
sentido de mis líneas, y por ello, me limitaré a ocupar estos párrafos,
sencillamente para “platicar”, cual charla amistosa, un poco sobre mí.
Me considero un
soñador innato. Se dice que muchos niños desadaptados crean un amigo imaginario
en su infancia, me pregunto cuan desadaptado habré sido yo, que un solo amigo
no bastó, y así, Luisito (el niño que solía ser hará ya unos 20 años) había
creado todo un mundo imaginario: “noxapa”; el cual visitaba todas las noches
“en tanto engañaba a sus padres que se retiraba a dormir”. Es de suponerse que
cada nueva mañana, Luisito tenía historias para contar a cualquier familiar
curioso que, accidentalmente quizá, habría llegado a escuchar de la existencia
de noxapa.
Quizá como réplica
de tan magnificente creatividad, o simplemente para rendir tributo y seguir
alimentando la sonrisa de Luisito (ese pequeñín que aún sigue habitando en mí),
desde aquel entonces me ha fascinado inventar nuevos seres, mundos, universos,
realidades… alguna vez llegué a sostener un discurso que hoy me parece bastante
frívolo: “Este mundo sólo es para aquellos que no pueden imaginar uno mejor”.
Es cierto, a pesar
de que constantemente me miento a mí mismo, eso de inventar mundos cada vez me resulta
más difícil; peRO aún, se matiza por la frustración de no contar con las
herramientas suficientes para transportar hasta ellos, a los demás: seres
curiosos que han tenido la fortuna o el infortunio de ser apreciados por mí.
Las palabras nunca
han sido lo mío, los colores me son tan difíciles de entender, y sólo en las
líneas encontré a un aliado, bastante indómito, pero que ha aceptado andar de
mi mano. Estaría de más decir que soy un pésimo dibujante, pero dentro de mis
limitaciones he hecho lo posible por delinear cada forma, con la mayor
fidelidad posible, tal cual, las veo en mi mente.
He de decir que esa
limitación, si bien es frustrante la mayor parte del tiempo, en ocasiones es
casi una bendición. Es, a final de cuentas, gracias a ella que he podido llegar
hasta personas tan maravillosas como Julia, en quien encontré a una mística
alfarera de cuyas manos brotaban mundos que: “yo ya había visto antes… en mi
mente”. ¿Cómo podía ser semejante cosa posible?
A través de Julia
pude ver materializados, al fin, tantos paraderos irreales que yo hubiese sido
incapaz de capturar, y así, mis dibujos para este libro, han sido simplemente
un inocente tributo. Me he esforzado para delinear mundos que yo sé que pueblan
el pensamiento de Julia, pero que no ha tenido la oportunidad de materializar,
al menos a través de las formas, pues tiempo atrás, lo hizo con sus palabras,
mientras daba vida a este hermoso y cautivante texto: “DRAGOSTE”.
Luis Enrique Pérez Ostoa
http://www.incognia.org/psiq.html
MÉXICO
www.aranyaeditorial.com
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